Cuando la fatiga no remite al descansar, impide realizar tareas sencillas y empeora con la actividad física y mental, estamos delante de un caso de Síndrome de Fatiga Crónica (SFC). Es, por tanto, distinto del cansancio que podamos sufrir a veces fruto de un ritmo de vida cada vez más cargado de actividades (laborales, familiares, sociales…). Quienes sufren SFC conviven con un trastorno de origen desconocido, que incapacita incluso para realizar tareas sencillas y que se ha convertido en un reto para médicos e investigadores.
El SFC es una enfermedad de evolución benigna que produce en quien la sufre una sensación de fatiga extrema (parecida a un síndrome viral como la gripe, pero de mayor duración). Además, ésta no desaparece al descansar ni empieza a causa de la práctica de ejercicio físico o de desarrollar una actividad intelectual intensa, si bien son actividades que aumentan la sensación de fatiga. Por otro lado, es mucho más intensa que la que puede producir la realización de las tareas diarias y se prolonga en el tiempo, llegando a impedir llevar a cabo las más habituales, ya sean laborales, domésticas o sociales.
La causa de la fatiga crónica es desconocida. Algunas teorías han intentado implicar algunos virus o alteraciones en el sistema inmune, pero no hay pruebas suficientes que respalden ninguna de estas teorías. También podrían estar relacionados algunos factores como la edad, enfermedades previas, el estrés, factores genéticos o factores ambientales.
El principal criterio que permite diagnosticar el Síndrome de Fatiga Crónica es la aparición de cansancio extremo durante un período mayor de seis meses, que no se alivia con el reposo en cama y que impide participar en las tareas habituales (laborales, domésticas, sociales).
Otros síntomas que pueden aparecer y apoyan el diagnóstico si se dan en un número superior a cuatro pueden ser:
El diagnóstico se realiza basándose en la clínica y por el descarte de otras posibles causas, como dependencia a fármacos, trastornos de la inmunidad o enfermedades autoinmunes, infecciones, enfermedades neuromusculares o endocrinológicas, enfermedades del corazón, riñones o hígado, tumores o enfermedades psiquiátricas.
No se conocen pruebas de laboratorio que confirmen el diagnóstico, pero en algunos casos pueden aparecer alteraciones inespecíficas en el análisis sanguíneo o en la Resonancia Magnética Cerebral.
Muchas enfermedades pueden producir síntomas similares, por lo que a veces puede ser dificultoso establecer el diagnóstico preciso. Una de las enfermedades con la que más comúnmente se puede confundir el Síndrome de Fatiga Crónica es la fibromialgia, pero una de las diferencias más importantes es que en esta última suelen predominar los síntomas de dolor muscular sobre el cansancio. De hecho, la fibromialgia es una enfermedad reumática, crónica, invalidante y que muchas veces se solapa con la fatiga crónica. Son dos enfermedades que pueden darse por separado y que pueden acabar por converger o tener síntomas parecidos.
A largo plazo es difícil poder hacer un pronóstico de la evolución de la enfermedad, pero algunos pacientes se recuperan completamente entre los seis meses y un año de la aparición de los síntomas.
En otros casos, a pesar de la mejoría de los síntomas los pacientes refieren una sensación residual de cansancio durante años.
Por otro lado, al tratarse de una enfermedad prolongada en el tiempo, muchos pacientes desarrollan síntomas de depresión y aislamiento.
En casos de tratamiento farmacológico intenso pueden aparecer efectos secundarios de las medicaciones tomadas durante largos períodos de tiempo.
Hasta el momento no existe un tratamiento específico y los objetivos del tratamiento con el control de los síntomas físicos y psíquicos. Sin embargo, contamos con algunos tratamientos que pueden ayudar y lo más habitual es utilizar una combinación de:
Las conductas a seguir que se suelen recomendar a quienes sufren fatiga crónica incluyen:
Subir
Dra. Elisabeth Herrero
Copyright © www.orthopaedics.win Bone Health All Rights Reserved