Los tejidos conectivos o conjuntivos son aquellos cuya función primordial es aportar sostén e integración sistémica al organismo. Estos tejidos permiten diferenciar estructuras y zonas dentro de los órganos, separarlos entre ellos, conseguir una cohesión que permita que los diferentes componentes del organismo no estén amontonados unos sobre otros sin forma alguna y son el medio a través del cual los vasos y los nervios circulan.
Existen diversos tipos de tejidos conectivos, algunos especializados, como el tejido óseo o el cartílago, y otros menos especializados, como el tejido adiposo o las serosas que recubren los músculos, los órganos y las articulaciones. Si se produce una alteración del tejido conectivo de manera que este se produzca en exceso y por lo tanto constriña vasos, órganos, piel y diversos tejidos, éstos sufren una fibrosis, lo cual altera tanto su forma como su funcionalidad. Cuando esto se produce en unos tejidos concretos y por alteraciones vasculares, inmunológicas y del colágeno se dice que el paciente sufre una esclerosis sistémica.
La esclerosis sistémica está causada por alteraciones a nivel de los vasos, que se obstruyen y se vuelven más frágiles, a nivel de los fibroblastos, que producen colágeno en exceso y van formando placas que afectan a los órganos y tejidos que sostienen, y a nivel inmunológico, pues se han detectado anticuerpos que atacan a tejidos del organismo que no reconocen como propios, como los anticuerpos ANA, los llamados anticuerpos Scl-70 o los anticuerpos anticentrómero; es por estos anticuerpos que la esclerosis sistémica se considera una enfermedad autoinmune.
Dentro de la esclerosis sistémica se diferencian dos formas:
Cabe decir que existe una forma de esclerosis cuya
afectación es meramente cutánea, la llamada
esclerodermia localizada. Su mecanismo de acción es
similar pero solamente afecta a la piel, el tejido
subcutáneo, el músculo y en ocasiones al periostio.
Suele manifestarse ya en la infancia y muy rara vez
afecta a otros órganos.
Esta enfermedad afecta a muchos órganos y sistemas, de ahí su nombre de esclerosis sistémica. Por aparatos, las diferentes manifestaciones de esta entidad pueden ser:
En ocasiones la esclerosis sistémica se asocia a otras patologías, como el síndrome de Sjögren, la tiroiditis de Hashimoto o la cirrosis biliar primaria.
El diagnóstico de la esclerosis sistémica se basará eminentemente en la clínica del paciente.
En la analítica de sangre se apreciará una elevación de la velocidad de sedimentación globular (VSG). Se deberán buscar específicamente anticuerpos que puedan estar elevados en esta patología, como los Scl-70, los anticentrómero o los ANA.
La capilaroscopia es una técnica que permite valorar la afectación de los capilares del lecho de la uña, que en el caso de la esclerosis sistémica muestran un patrón característico de asas capilares dilatadas con o sin pérdida y destrucción de las mismas en función del tipo de afectación, difusa o limitada respectivamente.
Con todo esto, cabe decir que la existencia de esclerodermia a nivel proximal en los dedos de las manos es suficiente para diagnosticar la esclerosis sistémica. Asimismo, existen unos criterios menores, que son la fibrosis pulmonar bilateral inferior, la esclerodactilia o la presencia de cicatrices “de mordedura de rata” en los dedos; si concurren dos de estos tres criterios también se puede dar el diagnóstico de esclerosis sistémica.
El tratamiento de la esclerosis sistémica se basará sobre todo en el tratamiento de los síntomas, en fármacos que puedan inhibir la síntesis del colágeno, en evitar factores externos que puedan agravar los síntomas, como el frío o el tabaco, y en potenciar el ejercicio físico moderado.
Fármacos como la penicilamina, la colchicina o el interferón gamma pueden inhibir la síntesis del colágeno y frenar la progresión de la enfermedad. Para evitar la clínica del Raynaud se debe evitar la exposición al frío y se puede tratar con prostaglandinas o vasodilatadores antagonistas del calcio.
Los corticoides se administrarán para tratar la sinovitis, los edemas y la inflamación alveolar. En caso de fibrosis pulmonar se dará tratamiento con corticoides y ciclofosfamida.
La esofagitis y el reflujo gastroesofágico se tratarán con medidas dietéticas y fármacos antiácidos.
La hipertensión arterial, así como la afectación renal, se intentará controlar con antihipertensivos tipo IECA.El tratamiento de la esclerosis sistémica se basará sobre todo en el tratamiento de los síntomas, en fármacos que puedan inhibir la síntesis del colágeno, en evitar factores externos que puedan agravar los síntomas, como el frío o el tabaco, y en potenciar el ejercicio físico moderado.
La esclerosis sistémica es una enfermedad de origen autoinmune, con lo cual no existen medidas preventivas para evitarla.
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Dr. David Cañadas Bustos
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