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Las personas con degeneración de disco en la columna lumbar (espalda baja) en ocasiones tienen dolor crónico y discapacitante de la espalda baja. La mayoría de los pacientes con enfermedades degenerativas sintomáticas de la columna son tratados sin cirugía con medicamentos antiinflamatorios, fisioterapia e inyecciones. La mayoría de estas personas responderán favorablemente a los métodos terapéuticos no-quirúrgicos, pero un subconjunto de personas seguirá teniendo dolor. La naturaleza crónica del dolor de espalda muchas veces interfiere con la capacidad de trabajar y participar en las actividades normales de la vida diaria. En consecuencia, puede ser necesario el tratamiento quirúrgico.
Existen múltiples opciones de tratamiento conservador y de invasión mínima para el manejo de la enfermedad por degeneración de disco sintomática. No obstante, si la cirugía está indicada, el tratamiento quirúrgico de elección ha sido tradicionalmente la fusión lumbar.
Desafortunadamente, la fusión intercorpórea tiene muchas desventajas. En primer lugar, la capacidad del hueso para cicatrizar o "fusionarse" es variable. La tasa de éxito promedio de una fusión lumbar es de aproximadamente 75-80%. La falla en la cicatrización de la fusión puede asociarse con la persistencia de los síntomas. En segundo lugar, una fusión intercorpórea en uno o en varios niveles ocasiona rigidez y reducción del movimiento de la columna. En tercer lugar, tener una fusión intercorpórea en uno o más niveles ocasionará un aumento en el esfuerzo que se transmite a los niveles adyacentes. El problema con el esfuerzo transmitido es que puede ocasionar el desarrollo de otros problemas en los demás niveles, lo que también puede conducir a otra cirugía de columna.
Por estas razones, los neurocirujanos y los cirujanos ortopedistas han realizado investigaciones para ofrecer una alternativa a la cirugía de fusión lumbar. Un área de investigación prometedora incluye el desarrollo de un disco artificial. Para valorar mejor las ventajas y desventajas del reemplazo de disco artificial, es importante entender los aspectos básicos de la anatomía normal de la columna, incluida la función de los discos intervertebrales.
La columna vertebral es, como su nombre lo indica, una columna formada por huesos y discos. Los bloques de hueso (o vértebras) proporcionan un soporte anterior y la estructura de la columna. Al nivel posterior, las dos carillas articulares de cada nivel proporcionan estabilidad y movimiento del segmento móvil. Los discos intervertebrales se encuentran entre los huesos y actúan como un cojín o "amortiguador" entre las vértebras. Los discos también contribuyen a la flexibilidad y movimiento de la columna vertebral. Los discos están formados por dos partes: 1) la porción interna del disco, que se llama núcleo pulposo y es un material gelatinoso; 2) la parte externa del disco, que es un material más resistente y más fibroso y se llama anillo fibroso. El anillo fibroso rodea y da soporte al material gelatinoso interno. El anillo también está en contacto con las fibras nerviosas o receptores del dolor, llamados nociceptores. El material del disco está formado primordialmente por agua y otras proteínas. Un rasgo normal del envejecimiento es que el contenido de agua disminuye gradualmente, lo que puede hacer que el disco se aplane e incluso desarrolle desgarros o fisuras a través del anillo fibroso. A estos discos muchas veces se les llama "discos degenerativos" y pueden causar o no causar dolor.
En el caso del disco degenerativo, el material gelatinoso interno puede protruir hacia afuera y ejercer presión contra el anillo fibroso. Esto puede estimular a los receptores del dolor, lo que, a su vez, ocasiona dolor. Las grietas o desgarros que se desarrollan dentro del anillo fibroso también pueden ser causa de dolor. El dolor de espalda ocasionado por el disco intervertebral muchas veces se conoce como dolor de espalda baja o dolor prelumbar de tipo discogénico.
Sir John Charnley revolucionó la ortopedia en la década de 1960, con el advenimiento del remplazo total de cadera. En esa época también se iniciaron las primeras investigaciones para el desarrollo del remplazo de disco artificial. A pesar del interés inicial, la fusión lumbar continuó siendo el estándar de oro del tratamiento del dolor de espalda. Debido a las complicaciones asociadas con la fusión lumbar, resurgió el interés en el remplazo de disco artificial en la década de 1990. El propósito y la ventaja del remplazo de disco artificial es remplazar el disco desgastado y, al mismo tiempo, preservar el movimiento del segmento vertebral operado. Esto tiene el potencial no sólo de tratar el dolor de espalda subyacente, sino también de proteger a los pacientes del desarrollo de problemas en los niveles vertebrales adyacentes.
Actualmente, el remplazo de disco artificial está considerado como un procedimiento experimental y no está autorizado por la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) de Estados Unidos. La mayor parte de la investigación sobre discos artificiales se ha realizado en Europa. Se han desarrollado diferentes modelos, pero el disco artificial más ampliamente usado y mejor conocido es la prótesis LINK SB Charité III fabricada por Waldemar Link GMBH y Cía., en Hamburgo, Alemania. El modelo consta de dos placas metálicas con dientes para anclar el implante entre los huesos o cuerpos vertebrales. En medio de las dos placas hay un núcleo de polietileno que permite el movimiento (Figura 1). Un anillo de metal que rodea la parte externa del núcleo de hule permite localizarlo en las radiografías (Figura 2).
Un aspecto crítico para evitar las complicaciones derivadas de la cirugía de remplazo de disco artificial, es la cuidadosa selección de los pacientes por el cirujano. En la actualidad se cree que los mejores candidatos al remplazo de disco son los adultos con un disco degenerativo sintomático en un solo nivel. Los pacientes cuyos huesos no son tan resistentes debido al envejecimiento, o algún trastorno de los huesos, pueden tener problemas si el implante se asienta en el hueso "suave". Por ende, no se considera a estas personas como candidatos óptimos para este tipo de procedimiento. Dado que puede haber movimiento del implante, los pacientes que tienen deslizamiento de una vértebra sobre otra (llamado "espondilolistesis") tampoco están considerados como candidatos para un remplazo de disco artificial. A partir de las investigaciones actuales, los diagnósticos clínicos que parecen ser los más adecuados para el remplazo de disco artificial incluyen la enfermedad degenerativa de disco sintomática y el síndrome post-disquectomía. El síndrome post-disquectomía es un dolor persistente de espalda después de una cirugía para quitar una hernia discal.
Además de las complicaciones potenciales asociadas con el hecho de someterse a una cirugía y a la anestesia general, las complicaciones asociadas con el remplazo de disco artificial pueden incluir la ruptura de la placa metálica, la luxación del implante y la infección. Para minimizar las complicaciones asociadas con el implante mismo, la apropiada selección de los pacientes y del tamaño del implante es muy importante. Es posible que, después del procedimiento, los pacientes no mejoren y requieran cirugía adicional. Finalmente, similar a lo que ocurre con la cirugía de remplazo articular, los implantes artificiales pueden fallar con el tiempo debido a su aflojamiento y al desgaste de los materiales. En consecuencia, se requieren estudios de largo plazo que registren la duración de la vida de los implantes.
Otro disco artificial similar al implante metálico es la prótesis de núcleo de disco (PDN, por sus siglas en inglés). Al igual que el implante metálico, su propósito es restablecer la altura vertebral y permitir un movimiento normal de la columna. No obstante, en lugar de quitar todo el disco, con la prótesis de núcleo de disco sólo se quita el material gelatinoso interno, o núcleo, y se le remplaza con dos mini "cojines" (Figura 3).
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