Las patologías y afecciones musculares o vertebrales están incrementando su número en los últimos años. Ello se debe a causas de diversa índole como la cultura laboral actual que nos obliga a pasar muchas horas sentadas realizando nuestro trabajo, el estrés o las malas posturas que adoptamos cuando estamos sentadas, de pie pero, sobre todo, a la hora de dormir. Descansar durante la noche en una posición incorrecta puede generar que nos levantemos con la espalda dolorida o las cervicales rígidas.
Es importante, por tanto, cuidar la postura al dormir. De esta forma podremos evitar un gran número de dolencias al poner atención no sólo en la propia higiene postural nocturna sino también a la hora de seleccionar un colchón o una almohada adecuados para prevenir dolores en las cervicales, en los brazos o en la espalda.
Los fisioterapeutas tienden a recomendar un colchón de dureza media, de forma que la columna vertebral esté bien sujeta pero sin tener que soportar una superficie excesivamente rígida. También hay que tener en cuenta que el colchón posee una vida útil determinada en torno a 10 años, una vez pasado este período resulta recomendable cambiarlo por otro de cara a evitar dolencias en la espalda.
La selección de la almohada, por otra parte, dependerá de la postura que adoptemos normalmente a la hora de descansar. Si reposamos boca arriba, bastará con una almohada que sea fina, mientras que si solemos dormir de lado, apoyadas sobre nuestro hombro, ésta deberá ser más gruesa, con el objetivo de que la columna vertebral permanezca en su posición natural y no esté sometida a ninguna clase de tensión adicional.
La postura menos recomendable a la hora de intentar descansar en la cama es boca abajo, ya que nos obliga, durante la noche, a girar el cuello hacia los lados para poder respirar correctamente. Al forzar de esta forma la zona cervical podemos llegar a modificar la curvatura natural de la espalda y sufrir graves dolencias en la zona.
Los profesionales médicos y los fisioterapeutas también recomiendan levantarnos de la cama colocando, en primer lugar, el cuerpo de lado, para, seguidamente, bajar las piernas y después alzar el tronco con la ayuda de los brazos. También resulta importante permanecer durante unos segundos en una posición sentada antes de ponernos de pie. De esta forma no sobrecargaremos innecesariamente zonas tan delicadas como los lumbares y las cervicales.
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