Dentro de la gran variedad de dolencias que podemos sufrir en la espalda, las contracturas musculares conforman, a priori, unas de las más comunes y, a su vez, más leves. Una forma bastante eficaz de localizar una contractura muscular es mediante la repetición del movimiento que ocasionó la lesión propiamente dicha y observar si éste vuelve a reproducir las molestias. Esta patología consiste en la contracción involuntaria y continua del músculo afectado y es habitual padecerla cuando levantamos más peso del que debiéramos o hacemos un sobreesfuerzo.
Las contracturas musculares en la espalda pueden aparecer de diversas maneras. La más común se da cuando le exigimos al músculo más trabajo del que realmente está capacitado, ya sea de forma puntual pero muy intenso o en una situación que se prolongue en el tiempo aunque el esfuerzo sea más comedido. Esta clase de ejercitación provoca un exceso de fatiga muscular y termina por contracturar el área.
Las contracturas también pueden producirse a causa de una debilidad manifiesta de un músculo en concreto, por lo que no va a tener la fuerza necesaria para realizar el trabajo requerido. Este caso es muy común en las mujeres que padecen escoliosis ya que, al atrofiarse una parte de la espalda, provocan, voluntaria o involuntariamente, cargas de peso asimétricas hacia la otra parte de la musculatura.
El habitual estado sedentario que promueve la sociedad moderna, ya sea durante nuestras actividades laborales diarias o en nuestro ocio, debilita, en consecuencia, la musculatura de la espalda, por lo que va a ser más proclive a sufrir contracturas. Por otro lado, situaciones de estrés intenso pueden generar la contracción permanente de estos músculos.
Más importante que un tratamiento a posteriori resulta, quizá, conocer formas de evitar las contracturas pues la mayor parte de las mismas suelen producirse al realizar deporte. Antes de realizar el ejercicio, es indispensable calentar un mínimo de diez minutos y una vez acabada la tabla estirar correctamente los músculos. Por otro lado, tanto en casa como en el trabajo debemos procurar no mantener la misma posición durante mucho tiempo y cambiarla cada diez minutos aproximadamente.
Una vez generada una lesión de este tipo, existen diversos métodos para tratarla: los farmacológicos como analgésicos y antiinflamatorios, las cremas y geles que pueden aplicarse directamente en la zona dolorida y la aplicación de calor o frío con el fin de relajar el área afectada.
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