La zona de la espalda está directamente relacionada con los músculos de la parte frontal del torso, asociados, a su vez, con el sistema respiratorio. Por una cuestión meramente biológica, los pulmones están posicionados cerca de las zonas cervical y dorsal, por lo que una patología dada en la que la musculatura del área precisada se encuentre inflamada, dolorida o, incluso, estresada, puede verse incrementada por el simple hecho de respirar. Concretamente el dorsal ancho, los deltoides y el trapecio trabajan en conjunción con el pecho para acondicionar adecuadamente los movimientos requeridos al respirar.
La dificultad para respirar relacionada con el dolor de espalda puede tener diversos orígenes:
- En lo que respecta a las propias lesiones musculares suelen ser las denominadas contracturas las causantes de que se produzca este desagradable efecto en nuestro organismo. El dolor dorsal, especialmente el que tiende a redundar en crónico, se debe generalmente a malas posturas, el sedentarismo o a la manipulación incorrecta de objetos pesados, lo que acaba deviniendo en patologías específicas como las mentadas contracturas. Éstas, por su lado, tienden a agravarse al respirar.
- Una práctica deportiva o un ejercicio físico que sean en exceso exigentes pueden llegar a cargar y ejercer una enorme presión sobre la espalda y producir dolencias. Lesiones que, debido a su naturaleza, van a limitar los movimientos físicos que podemos hacer. Como la propia acción de respirar mueve masas musculares muy amplias, es posible que este dolor se refleje en otras zonas como el pecho o el abdomen.
- Si no es una lesión muscular la que provoca el dolor agudo al respirar, debemos recurrir ya a un diagnóstico más especializado en torno a patologías graves como enfermedades cardiacas o pulmonares. Si este es el caso, resulta obvio aconsejar la confirmación de este hecho con un profesional médico.
Hay que recurrir a las terapias básicas, al uso de recuperación muscular. Si el dolor se convierte en crónico, la alternativa médica a través de analgésicos y antiinflamatorios resulta muy útil, a la par que una visita al fisioterapeuta de forma que trate específicamente nuestra dolencia con masajes u otro tipo de técnicas pasivas.
El trabajo físico moderado a través de las tablas de estiramiento también ofrece gran ayuda en aras de recuperarnos o paliar este tipo de dolores que, al fin y al cabo, limitan nuestra capacidad de movimiento.
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